
Las brucellas poseen un amplio espectro de hospedadores, aunque tienen como principales reservorios naturales, fundamentalmente en zonas endémicas, a las especies rumiantes domesticas: oveja, cabra, perro, caballo, etc. así como de vida libre: bisonte, búfalo, etc. e incluso en mamíferos marinos, por lo que su trascendencia ecológica podría ser aún mayor.

Considerando las especies convencionales, estas han sufrido una adaptación a sus hospedadores específicos entre los animales domésticos, que en nuestro entorno son: B. melitensis (cabra y oveja) y B. canis (perro). Es bien sabido que la infección puede ser interespecifica; de hecho, en países como Estados Unidos, donde la brucelosis por B. abortus ha sido erradicada, está emergiendo por B. melitensis en zonas donde el ganado vacuno o el bisonte cohabitan estrechamente con ovejas o cabras. También se sabe que B. suis puede tener como reservorios al reno, liebre, bisonte o al ganado vacuno, con la consiguiente posibilidad de transmisión al ser humano.

Las brúcelas encuentran en el ser humano un hospedador accidental, pero muy receptivo, siendo B. melitensis, fundamentalmente, aunque también B. abortus, B. suis y en menor medida B. canis, los agentes causales de la brucelosis humana. No infectan al ser humano B. ovis y la especie no patógena B. neotomae, aislada del roedor del desierto neotoma lepida.

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